lunes, 7 de octubre de 2013

7.5.1 Crear un estilo a partir de un texo

Crear un estilo a partir de un texto
Cuando creamos un manual, libro, o un trabajo profesional probablemente queremos editar nuestros propios estilos para su títulos, subtítulos, párrafos, etc., Word permite editar estilos con nuestro propio formato pero de manera más organizada, por ejemplo:


1° Selecciona un texto.

2° En la ficha Inicio, en el grupo Estilos, active la galería de Estilos y clic en Crear un estilo.

crear_estilos

3º Da clic en el botón modificar: modificar_estilo y modificar el estilo a nuestro gusto.

modificar_estilo


De esta manera se obtiene un estilo personalizado, creado para títulos. Al dar clic en "Aceptar", el estilo creado se le aplicará al texto que se selecciono.

estilo_creado_temas_principales


Lo mismo puede realizarse, para crear estilos personalizados para subtítulos, párrafos, etc.

Ahora crearé un estilo para los subtítulos, siguiendo el mismo procedimiento:

1º seleccionar texto, y

2º crear el estilo:


crear_estilos



3º modificar el estilo.

modificar_estilo


Clic en "Aceptar", y éste se aplica al texto seleccionado.


estilo_creado_subtemas_principales



Ahora aplicar el mismo estilo a los subtemas, (éste estilo, ya se 
encuentra en la galería, ya no es necesario repetir el mismo procedimiento.):


aplicar_estilo_creado


Y por último aplicar el estilo a los párrafos:

* seleccionar texto

crear_estilo_parrafos


* modificar el estilo

modificar_estilo_parrafos


* y aceptar los cambios, para que se aplique el diseño.

estilo_parrafos

Los demás párrafos tendrán otro estilo diferente al párrafo del tema principal.

estilo_subparrafos


El documento creado con distintos estilos, queda de manera más organizada.
  • El tema principal con un estilo
  • Los subtemas con el mismo estilo
  • Párrafo del tema con un estilo
  • Párrafos de subtemas con el mismo estilo
Quedando el documento de ésta manera:

estilos_personalizados_hojas_1_2
estilos_personalizados_hojas_3_4


Actividad 6: Crear estilos y aplicarlos al contenido de éste mismo documento. El contenido para copiar y pegar en un archivo de word, se muestra a continuación:

FÁBULAS
 Una Fábula es un texto de juegos protagonizado por animales que hablan y escrito en prosa o verso con una intención didáctica de carácter ético y universal formulada la mayor parte de las veces al final, en la parte denominada moraleja, más raramente al principio o eliminada ya que puede sobreentenderse o se encuentra implícita.
LA ZORRA Y LAS UVAS
Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido en acudir con la escopeta.
Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontró unas parras silvestres de las que colgaban unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas.—Al fin va a cambiar mi suerte, —pensó relamiéndose—, parecen muy dulces. Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaba. Así que se dijo: —Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.
 Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parándose en dos patas hubiese alcanzado los racimos, esta vez le faltó algo de astucia a doña zorra, parece ser que el hambre no la deja pensar.
MORALEJA: Hay que esforzarse para conseguir lo que se desea pero pensando primero que es lo que queremos y como conseguirlo, no sea que nos pongamos a dar brincos cuando lo que necesitamos es estirarnos, y perdamos el tiempo y el esfuerzo.


EL PERRO DEL HORTALEÑO
Un labriego tenía un enorme perro como guardián de sus extensos cultivos. El animal era tan bravo que jamás ladrón alguno se atrevió a escalar la cerca de los sembrados.
El amo, cuidadoso de su can, lo alimentaba lo mejor que podía, y el perro, para mostrar su agradecimiento, redoblaba el cuidado de los campos. Cierto día, el buey del establo quiso probar un bocado de la alfalfa que su amo le guardaba, pero el perro, poniéndose furioso y enseñándole los dientes, trató de ahuyentarlo. El buey, reprochando su equivocada conducta, le dijo: - Eres un tonto, perro envidioso. Ni comes ni dejas comer. Y añadió: - Si el amo destina a cada cual lo que le aprovecha y la alfalfa es mi alimento, no veo que tengas razón para inmiscuirte en negocio ajeno.
MORALEJA: Agua que no has de beber, amigo, déjala correr.
LA TORTUGA Y EL AGUILA
Una tortuga, cansada de arrastrar siempre su concha por la tierra, suplicó al águila la levantase por los aires lo más alto que pudiera. Así lo hizo la reina de las aves, remontando a la tortuga por encima de las nubes.
Al verse a tal altura, la tortuga exclamó: - ¡Qué envidia me tendrán ahora los animales que por el suelo se mueven, al verme encumbrada entre las nubes! Al oír esto el águila fue incapaz de soportar tanta vanidad y soltó a la ilusa que, al caer sobre peñascos, se deshizo en mil pedazos.
MORALEJA: Nunca mires demasiado alto, que no hay brillantes en el cielo.
EL LEON Y EL RATON
Unos ratoncitos, jugando sin cuidado en un prado, despertaron a un león que dormía plácidamente al pie de un árbol. La fiera, levantándose de pronto, atrapó entre sus garras al más atrevido de la pandilla.
El ratoncillo, preso de terror, prometió al león que si le perdonaba la vida la emplearía en servirlo; y aunque esta promesa lo hizo reír, el león terminó por soltarlo. Tiempo después, la fiera cayó en las redes que un cazador le había tendido y como, a pesar de su fuerza, no podía librarse, atronó la selva con sus furiosos rugidos. El ratoncillo, al oírlo, acudió presuroso y rompió las redes con sus afilados dientes. De esta manera el pequeño ex prisionero cumplió su promesa, y salvó la vida del rey de los animales. El león meditó seriamente en el favor que acababa de recibir y prometió ser en adelante más generoso.
MORALEJA: En los cambios de fortuna, los poderosos necesitan la ayuda de los débiles.
LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Era un día de verano y una hormiga caminaba por el campo recogiendo granos de trigo y otros cereales para tener algo que comer en invierno. Una cigarra la vio y se sorprendió de que fuera tan laboriosa y de que trabajara cuando los demás animales, sin fatigarse, se daban al descanso.
La hormiga, de momento, no dijo nada; pero, cuando llegó el invierno y la lluvia deshizo el heno, la cigarra, hambrienta, fue al encuentro de la hormiga para pedirle que le diera parte de su comida. Entonces, ella respondió: "Cigarra, si hubieras trabajado entonces, cuando yo me afanaba y tú me criticabas, ahora no te faltaría comida."
MORALEJA: Cada uno debe aprender a responder de su propia conducta.
EL AVARIENTO
Cierto hombre avaro vendió cuanto poseía y convirtió su precio en oro, el cual enterró en un lugar oculto; y teniendo todo su ánimo y su pensamiento puesto en el tesoro, iba diariamente a visitarlo, lo que observado por otro hombre fue a aquel sitio, desenterró el oro y se lo llevó.
Cuando el avaro vino según costumbre a visitar su tesoro, vio desenvuelta la tierra, y que lo habían robado, se puso a llorar y a arrancarse los cabellos. Uno que pasaba viendo los extremos que hacía aquel hombre, se llegó a él, y después de informarse de la causa de su dolor, le dijo: ¿Por qué te entristeces tanto por haber perdido un oro que tenías como si no lo poseyeras? Toma una piedra y entiérrala, figurándote que es oro, una vez que tanto te servirá ella como te servía ese oro que nunca hacías uso.
MORALEJA: De nada sirve poseer una cosa, si no se disfruta.










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